lunes, 3 de enero de 2022

Sardis

 Sardis 

Si leíste el post anterior sabrás que Sardis es la iglesia subsecuente a Tiatira y por consiguiente representa la condición en que se encontró la Iglesia entre 1517 y 1790 (la iglesia reformada). El pasaje que analizaremos se encuentra ubicado en Apocalipsis 3:1-6.

Una iglesia de apariencia viva

1Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.

El numero siete en la biblia representa la plenitud, el hecho de que Jesucristo se presente como el que tiene la plenitud de los espíritus de Dios hace referencia a su autoridad espiritual y las siete estrellas representan a las siete iglesias de Asia, de esta forma, Jesús se presenta también como aquel que tiene la autoridad plena de la Iglesia. Jesucristo se refiere a Sardis como una "iglesia muerta"  que cree estar viva (tienes nombre de que vives), para entender esta afirmación es necesario conocer el contexto histórico de la Iglesia en aquel periodo:

En 1517 Marín Lutero clavo sus 95 tesis en la Iglesia de Wittenberg (Sacro Imperio Germánico), en las tesis Lutero recriminaba las practicas corruptas del papa y Roma, y con aquel acto se dio inicio al movimiento de Reforma Protestante. Es importante mencionar que la Reforma Protestante, no tenía la intención de "dividir" a la Iglesia, sino de reencauzar la ya existente, devolviendo la supremacía de las Escrituras y enfatizando la salvación por gracia. 

Si bien el movimiento se considera que inició en Alemania, en otras partes de Europa surgieron personajes que impulsaron desde su ubicación dicha reforma, ocasionando la descentralización de la autoridad papal en toda Europa. La perdida de autoridad política del papa en diversos reino propició el ambiente adecuado para que los interés personales de los príncipes de Europa alentaran nuevamente la unión de la iglesia-estado formando nuevamente  "iglesias estatales", como la iglesia Anglicana en Inglaterra, la iglesia Luterana en Alemania, Noruega y Suecia; y la iglesia calvinista en Suiza entre otras. 

La Iglesia Cristiana protestante de aquel tiempo tuvo un renacer con los grandes reformadores como Martín Lutero, Juan Calvino y  Ulrico Zuinglio, parecía estar viva con el resurgir de los ideales del cristianismo, pero con el correr de lo años, y tras la injerencia de los intereses políticos de reyes, reincidieron en aquellos pecados propios que se conciben entre la unión de la Iglesia y el estado. Por mencionar algunos ejemplos:

  • En los reinos que se denominaban protestantes los reyes perseguían de forma mordaz a los católicos y en los reinos fieles a Roma perseguían a los protestantes.
  • Las tensiones entre los reinos ocasionaron guerras (político-religiosas) donde se perdieron miles de vidas como "la guerra de los treinta años".
  • En algunos casos se sobrestimaron los "Dogmas"  ocasionando que se perdiera el interés en mantener una relación personal con Dios.

Era una Iglesia de apariencia viva por el protestantismo pero con carencias y con reincidencias de pecados que la hacían muerta.

El llamado a la vigilancia 

2 Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.3 Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. 

Uno de los mas grandes peligros para las grandes ciudades de la antigüedad que ostentaban grandes muros y defensas impenetrables era el exceso de confianza en ellos. Después de todo una buena defensa ante el asedio de un enemigo siempre inicia por la vigilancia, es por ello que el llamado a los cristianos de este periodo fue a no confiarse en la "aparente seguridad" que podían brindarles las instituciones, como el "Estado" u "ordenes clericales". 

El llamado de Jesucristo también incluye una exhortación a retomar aquellas cosas olvidadas o relegadas (que están por morir). Durante el periodo de la iglesia reformada si bien hubo un renacer del pensamiento, el enfasis en los dogmas diluyó  la espiritualidad  que caracterizó a la iglesia primitiva, el Señor instó a "afirmarse" y no dejar que muera la espiritualidad. También, Jesucristo exigió a la iglesia de Sardis no olvidar  lo que había "recibido y oído" haciendo una clara alusión  a las Escrituras, ya que solo atreves de "guardarlas" en el corazón  se produce un genuino arrepentimientoEn la  advertencia subsecuente se enfatiza nuevamente la importancia de la vigilancia (pues si no velas...) y el Señor profiere que la consecuencia del descuido sería que él vendría inadvertidamente. Vale la pena aclarar que en esta ocasión Cristo no se refiere a su segunda venida, mas bien se refiere a una venida para ejercer su juicio, como los reyes, venían con asedio sobre aquellos vasallos que habían faltado a su palabra de honor. 

Los que no mancharon sus vestiduras

4 Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Aquellos que no se mancharon, no solo fueron los reformadores ya mencionados, que tuvieron su auge a principios del siglo XVI, sino, persona como el escritor John Bunyan (1628-1688), Philipp Jakob Spencer (1635-1705) y John Wesley (1703-1791), todos ellos demostraron en su carácter el reflejo de Jesucristo. Junto aquellos grandes personajes del cristianismo iban hombres y mujeres que a pesar de las guerras y los intereses político-religiosos no mancharon sus vestiduras de santidad. A los cristianos  que vencieron con dignidad a este periodo Jesucristo prometió que:

  • Serian vestidos con vestiduras blancas.
  • Su nombre permanecería en el libro de la vida.
  • Su nombre sería confesado delante del Padre celestial y sus ángeles (delante de mi Padre y de sus ángeles diré que es mío. Versión: Palabra de Dios para todos).

Es de particular interés la tercera afirmación de Jesucristo para los vencedores, ya que refleja un claro paralelismo con los concilios en los que muchos "hombre de Dios" fueron cuestionados y tratados como herejes por la Iglesia Romana. Amenazados de muerte, perseguidos, tomados por locos y rebeldes, hombres como Martin Lutero no se retractaron de la verdad que encontraron en la Escrituras. Así como ellos no se avergonzaron de la verdad, en algún momento de la eternidad Jesucristo dirá delante del Padre y su ángeles que ellos le pertenecen.

La vigilancia para no caer en el exceso de confianza no es una opción para la Iglesia de Jesucristo, es  un deber, y con el correr de los siglos el eco del mensaje a Sardis debe resonar en el corazón de la Iglesia posmoderna. 




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